Cada 3 de diciembre, el Día Internacional y Europeo de las Personas con Discapacidad nos invita a reflexionar sobre los derechos y las oportunidades de quienes conviven con alguna discapacidad.
En este marco, es esencial abordar la cuestión del hogar y la vivienda digna, un tema que adquiere especial relevancia para las personas con parálisis cerebral, un colectivo con altas necesidades de apoyo y que, sin embargo, no renuncia a su derecho a elegir dónde y cómo vivir.
En el Movimiento ASPACE defendemos que las personas con parálisis cerebral sean las protagonistas de sus propias vidas, incluyendo decisiones tan fundamentales como el lugar donde quieren residir. ¿Prefieren un piso compartido, una residencia o su propia casa? La respuesta no debe imponerse desde fuera, sino surgir del deseo y las necesidades individuales. A través de nuestros programas de vida independiente, garantizamos que estas decisiones no limiten sus oportunidades de participación pública ni su calidad de vida. Porque la autonomía no es un privilegio, sino un derecho que merece ser garantizado para todas las personas, independientemente de la intensidad de sus apoyos.
Este año, el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad pone el foco en la necesidad de una vivienda digna y adecuada para garantizar la vida independiente de las personas con discapacidad. No se trata solo de un espacio físico, sino de un entorno que permita desarrollar proyectos de vida propios. Y es que, cuando hablamos de parálisis cerebral, las viviendas deben adaptarse a las necesidades específicas, ofreciendo accesibilidad, apoyo personalizado y, sobre todo, respeto a la autodeterminación.
Residencias: espacios de vida y decisión
Las residencias, en particular, juegan un papel crucial para las personas con parálisis cerebral, especialmente aquellas con una alta dependencia. Y es que, el 73,5% de las personas mayores de 35 años atendidas en nuestras entidades tienen grado III de dependencia. En una década las personas con parálisis cerebral mayores de 65 años se triplicarán. En ASPACE apostamos por residencias con menos de 30 plazas. Existe y existirá una demanda a la que responder y, por eso, en el caso de la parálisis cerebral, los cambios impulsados por la desinstitucionalización y por la nueva estrategia de cuidados deben encaminarse a ofrecer más recursos para los servicios residenciales y no reducirlos para mejorar la financiación de otros servicios.
Hacia un modelo inclusivo
La equidad no significa tratar a todas las personas por igual, sino reconocer las diferencias y responder a ellas. Para las personas con parálisis cerebral, la clave está en construir apoyos que les permitan vivir como cualquier otra persona, participando en la sociedad. Pero para que esto sea posible, necesitamos una sociedad empática, que entienda que la verdadera inclusión implica asumir responsabilidades colectivas.
El hogar es un pilar fundamental para la vida independiente. Garantizar el acceso a una vivienda digna y adecuada, ya sea en un entorno residencial o no, es una condición indispensable para que cada persona pueda decidir su presente y futuro. Porque las barreras no están en ellas, sino en el entorno que les limita.
En definitiva, construir una sociedad verdaderamente inclusiva pasa por asegurar que las personas con parálisis cerebral puedan vivir donde y como deseen, con los apoyos que necesiten.
Manuela Muro, presidenta de Confederación ASPACE
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