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Nuestra tercera visita fue a Gijón, un lugar que nos encanta y en el que nos sentimos como en casa.

A la segunda va la vencida y, sí, esta vez teníamos el autobús a punto para llegar hasta Gijón.

Nuestro itinerario no pintaba nada mal: primero, visita al Acuario; después, comida típica asturiana en la Parrilla Muñó y, para finalizar, paseo por la playa de Poniente y visita al casco antiguo de la ciudad hasta la playa de San Lorenzo. Nada podía salir mal, y así fue, ¡lo disfrutamos un montón!

El Acuario de Gijón nunca decepciona. Esta vez vimos las instalaciones más cuidadas y, aunque había demasiada gente como para movernos con gusto, pudimos disfrutar de las distintas especies de peces y animales acuáticos, tanto del Cantábrico, como del resto del mundo. Nos encantó ver a las tortugas, los tiburones, las mantas raya y ¡hasta cómo alimentaban a las pirañas!

Para comer, como ya os adelantábamos antes, nos acercamos hasta la Parrilla Muñó, a cinco minutos caminando del Acuario y nos encantó, tanto por el trato como por la calidad de la comida. Dispusimos de una sala sólo para nosotros, donde pudimos movernos con libertad, y ¿qué deciros de la comida? Que pudimos degustar platos de la gastronomía asturiana como el cachopo en distintas opciones, el pastel de cabracho, la merluza a la sidra, los escalopines al Cabrales y ¡para finalizar, arroz con leche! Apúntaoslo porque merece muchísimo la pena.

Por la tarde, paseo por la playa de Poniente, compras por el casco antiguo y disfrutar del olor a sal en la playa de San Lorenzo.

¡No sabemos qué tienes Gijón, que siempre que te visitamos nos enamoras!